viernes, 1 de julio de 2011

La ley electoral

El invierno se resistía obstinadamente a abandonar aquel año. El calendario marcaba ya el mes de Marzo y en la calles seguía presente la ropa de abrigo. Nada más abrir la cancela que daba entrada a la casa de sus abuelos, Alma, movida por un acto de rebeldía absurda, se quitó los guantes. Dedo a dedo, primero el guante de la mano izquierda, luego el de la derecha, y finalmente el sobresalto: le faltaba el dedo anular. Lejos de dramatizar, se volvió a colocar el guante en su mano mutilada y comenzó a revolver el bolso. Tras varios segundos de incertidumbre lo encontró, al lado del cacao de labios y la botella de agua mineral. Allí estaba El, su dedo anular, amoratado por el mismo frio que castigaba sus labios. Habíamos dicho que hacia frio aquel día, sí, pero Alma ya sólo sentía calor, el rubor de un acto ignominioso recién cometido. El PP había ganado las elecciones y ella cumplido su promesa: "Como gane el Partido Popular, cielo, me arranco el dedo y te lo meto por el culo". Mariano respondió -"De acuerdo, cariño, pero antes atenderé a los medios".

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