domingo, 22 de julio de 2007

No es arte

Y así, de un día para otro, llegó el momento. Dejé de sentir la necesidad de escribir para nadie. Peor, dejé de necesitar impresionar a nadie. A ningún posible lector por muy ficticio o abstracto que fuera aquel o aquella. Un fin sin lugar a dudas excesivamente pretencioso. El de impresionar, digo. Mucho más, incluso grotesco, habida cuenta de las herramientas con las que cuento: verborrea caótica, incapacidad para la concrección y acuciante ausencia de ideas lógicas. La escritura no es para los mediocres que pretenden reafirmarse mediante ella. Es para los que la sienten y la lanzan contra un pared vacía, para los que la derrochan y la dejan caer por sumideros de olvido premeditado.
Yo he estado allí, en ese limbo de excelencia que sólo mantiene tu ego malherido. Llegó entonces el momento de volver a lo que siempre he sido: un tío triste que un día se creyó distinto... probablemente hasta mejor. Qué ingenuidad más repugnante.
Si eres de los míos... tío, curra en un banco, aburrete vigilando un supermercado, metete a presidente de tu comunidad de vecinos. Pero no jodas, deja la creatividad para otros, no te afectes de cultura porque en realidad te resbala. Reivindica tu esencia... al fin y al cabo la miseria moral domina el mundo. Haz como los demás. Roba, manipula, pisotea, miente. No tiene por que parecer bonito. No es arte.