lunes, 25 de agosto de 2008

Cita II

Hay preguntas ante las que un padre siempre se sentirá indefenso y vacilante. Y esta iba a ser indudablemente una de ellas. Aprovechando que ella había ido al baño, el niño, visiblemente molesto, le preguntó:
- "Papá... ¿la amas?"
Poco importaba que hubiera sido precisamente su madre la que hubiera puesto el punto y final. La que hubiera peleado hasta la extenuación por la casa, el coche y el juego de porcelana china mientras su padre presenciaba atónito un desenlace que nunca deseó. El caso es que su hijo veía en todo esto una traición. No sólo se había echado una nueva novia sino que encima tenía la desfachatez de presentarla hoy. El único día que disponía de su padre sólo para él.
El niño apenas había probado la hamburguesa ni las patatas fritas. Jugaba con la bolsita de ketchup incómodo ante la espera de una respuesta convincente o que, por lo menos, aliviara su miedos.
- "Es sólo una amiga, hijo, no te preocupes" - respondió él.
Entonces la puerta del baño se abrió, y tras una corriente de aire frío apareció ella. De extraordinaria altura, con traje negro y gesto funesto se acercó a la mesa y, dirigiéndose al padre, le preguntó con voz ronca:
- "¿Vamos?"
- "Qué remedio" - contestó él.
El niño atónito preguntó:
- "¿A dónde vamos?
Ante lo que el padre simplemente contestó:
- "A ninguna parte. Tú quédate aquí."


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